El paso del huracán Ian por Florida, Estados Unidos, dejó, una vez más, propiedades destrozadas, especialmente aquellas que se encontraban cerca de la costa de dicho estado. Se espera que las pérdidas aseguradas de forma privada alcancen los US$67.000 millones, sin incluir el seguro contra inundaciones, según una estimación de RMS, una firma de modelos de catástrofes. Esto pone el acontecimiento muy cerca de los desastres más costosos en la historia de ese país, incluso al nivel de fenómenos como el huracán Katrina y el huracán Andrew.
Sin embargo, el mayor impacto llegaría se vería a través de las aseguradoras y los altos costos de las pólizas para respaldar aquellas viviendas que, en un futuro cercano, serán construidas en una zona de alto riesgo por desastres naturales. Este hecho llevaría a que, en adelante, solo los más adinerados puedan adquirir propiedades en esta zona, o que quienes no tengan los recursos lo hagan a modo de alquiler para no tener que acudir a una compañía de seguros.
Así lo recoge un reporte de The New York Times en el que asegura que desde Andrew (1992), la mayoría de las grandes compañías de seguros nacionales abandonaron Florida o emitieron pocos seguros, por lo que, en su lugar, surgió una red de compañías más pequeñas que evitan acumular grandes excedentes, lo que les permite mantener las tasas más bajas.
“En lugar de depender principalmente de sus propios excedentes, cuando llega una tormenta, las aseguradoras de Florida dependen en gran medida de lo que se denominan reaseguradoras: empresas, muchas de las cuales tienen su sede en Europa, las Bermudas o el Caribe, cuyo negocio consiste en vender seguros a compañías de seguros, en el caso de que se enfrenten a siniestros que excedan sus reservas de efectivo”, se lee.
El problema con ese arreglo es que las reaseguradoras, que incluyen a Lloyd’s of London, Munich Re y Swiss Re, renegocian con las aseguradoras de Florida cada año. Si deciden que los riesgos son demasiado altos, pueden aumentar sus tasas tanto como quieran, o simplemente retirarse. Incluso, antes de que Ian llegara, las reaseguradoras comenzaron a ofrecer menos cobertura de la que querían las compañías de seguros del estado. ‘Citizens’, el plan de seguro exigido por el gobierno, solo pudo comprar la mitad del reaseguro que quería al precio que estaba dispuesto a pagar, y los costos llegaron a crecer hasta 50% con algunas firmas.
El periódico estadounidense asegura que el aumento de las tasas de las reaseguradoras ha empujado a las mismas empresas del sector a mayores dificultades financieras. “Las aseguradoras de propiedad del estado han perdido dinero todos los años desde 2017, según datos estatales. El año pasado, las firmas del estado perdieron más de US$600 millones”, menciona.
Los expertos dicen que el canto de sirena de las ciudades costeras de Florida continuará indiferentes a las preocupaciones de los banqueros y actuarios de seguros. La pregunta es cómo van a pagar por vivir allí.
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